Cada vez que se habla en términos de crecimiento para nuestro país, casualmente sucede todo lo contrario una maldición que cada Presidente del país en turno sufre. La falta de trabajo aumenta, los precios de los productos y servicios también, los energéticos igual al alza y cada quien trata de inventar el hilo negro como camuflaje para justificar la ineficiencia de cada administración. Por ejemplo, en la actual lo que rescataría a México iban a ser las reformas hacendarias y las energéticas, sucediendo todo lo contrario, es decir, los contribuyentes se hicieron menos por quedar ahorcados y los precios de los energéticos de todas maneras subieron: gasolina y luz.
En los últimos meses se ha incorporado en el lenguaje cotidiano tres palabras: Desaceleración, recesión, y depresión. Cada día es más común escuchar que son tres cosas diferentes aun cuando parecería que se habla de lo mismo.
Para los conocedores de la economía la desaceleración no es tan gravosa porque simplemente como lo dice su propia palabra, nada más desacelera, pero no se estanca la economía, es decir, puede seguir creciendo de manera muy lenta, pero como dirían coloquialmente, no estamos jodidos, hay trabajo, aunque sea poco y hay dinero, aunque sea a cuenta-gotas.
La recesión es un caso ligeramente más grave, es decir, el crecimiento económico es negativo porque pudiera durar mínimo un año o más, aunque para algunos expertos la clasifican cuando las caídas de los resultados financieros de un país o entidad son dos trimestres consecutivos.
El peor de todos los conceptos apocalípticos es la depresión, y no precisamente la que sufren los chavos de ahora que para todo dicen que se sienten “depre”, o tantito peor la de los “ninis”, también de jóvenes que no estudian, ni trabajan por el mismo malestar.
Cuando se habla depresión económica es la caída total de las actividades laborales o productora de un país, y que tiene como característica la disminución del producto bruto interno, es decir, a esto se le conoce en palabras sencillas la suma de todos los bienes y servicios que produce una entidad.
En sí, podemos decir que las tres palabras se resumen en peor, “pior”, y ya nos cargó la chingada. Todos estos conceptos y pelea de palabras entre funcionarios como el Secretario de Hacienda de México, cuando se le es cuestionado sobre la situación económica del país primeramente se agarra como gato de las uñas para decir que no estamos en una recesión, sino en una deceleración, y a los pocos días afirma la existencia de un riesgo de una recesión económica en el país.
Otro de los nuevos conceptos que se maneja en la actualidad son las famosas reservas internacionales que pueden ser en dólares o en oro, que para lo único que sirven es para evitar la depreciación del valor del dinero de un país, buscando la combinación perfecta para brindar seguridad, liquidez y rendimiento para afrontar una eventual crisis económica, y cubrir deudas, etc., pero el mayor valor son las reservas en oro para que no se valla volatizando el valor del billete.
Pero al final del día todos estos conceptos a la gente le vale más que puritito madre, porque simplemente en los bolsillos de los mexicanos la cosa sigue cada vez peor; el dinero rinde menos estando convencido que el mejor empleo que se puede tener en el país es la de funcionario público, pero sobre todo la de diputados, senadores porque ya tiene más de treinta años que siguen siendo las mismas personalidades pero nada más van cambiando de locales a federales y luego se intercambian con los plurinominales.
Y no se diga de los puestos como gobernadores y alcaldes que al final todos los altos mandos de cualquier gabinete federal o municipal nunca sentirán o menos sufrirán una crisis económica y menos si existe una deceleración, recesión o depresión.
Nada más los conocen en concepto, pero la misma gente sabe que tampoco sufren de la carencia de un medicamento o la atención de un doctor ya que cuentan con gastos médicos de compañías aseguradoras.
Por más que trate el Ejecutivo de justificar su “avances” en todos los rubros y con campañas de publicidad que cuestan una millonada de nuestros impuestos, para los mexicanos siempre serán insuficientes o mentiras porque lo dice el más sabio de los economistas del mundo. El bolsillo de cada una de las familias de mexicanos y mexicanas que tienen que sufrir con dos trabajos o simplemente haciendo labores hogareñas para vender e incorporase en el mercado informal, como son la venta de pasteles, el taller mecánico en la cochera de la casa, el puesto de tortas, hamburguesas y todo tipo de comida callejera que cada vez va más en aumento y éstos van alumbrando cada noche las calles de las ciudades porque en cada esquina son más visibles el montaje de los cables y al final un foco prendido.
Para la gente el escuchar cada día sus “logros”, en su administración es incomprensible para los mexicanos porque siguen siendo conceptos y palabras sin fondo, huecas porque nadie entiende o lo ve reflejado en el ingreso familiar, sino todo lo contrario, cada vez dura menos el dinero y cada vez hay quienes se incorporan a las filas de la delincuencia del orden común y crimen organizado.